Es muy importante tener en cuenta que la distinción entre ciencia y religión no consiste en excluir nuestras intuiciones éticas y nuestras experiencias espirituales de nuestra conversación sobre el mundo, consiste en ser honesto sobre la conclusión a la que podemos llegar de forma razonable. Hay buenos motivos para creer que personas como Jesús o Buda no decían tonterías al hablar de nuestra capacidad como seres humanos para transformar nuestra vida de forma rara y hermosa. Pero cualquier exploración genuina de la ética de la vida contemplativa exige la misma medida de razonamiento y autocrítica que anima a todo discurso intelectual.
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