[...] Pero sí: aunque Otegi no estaba en la cárcel por sus ideas políticas, en cierto sentido era un preso político. Sus ideas políticas le habían conducido a acciones que atentaban contra la libertad y la dignidad de sus conciudadanos. Como Tejero, el racista que apalea a emigrantes o el fundamentalista que hace estallar una bomba. O el que para financiar su partido político extorsiona a empresarios. Incluso Bárcenas podría ser un preso político.
Fuente:
http://elpais.com/elpais/2016/03/14/opinion/1457972424_284472.html
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